¿Qué hay del euro, aquélla moneda que simbolizaba la unidad económica y monetaria? A nuestros dirigentes se les llenó la boca de las ventajas de entrar en la zona euro. El discurso oficial pasaba por hacernos aceptar el euro para darnos valor como nación importante que no está aislada de su entorno. Sin embargo, como tristemente lleva tiempo comprobándose la sumisión al euro tenía una letra pequeña que no se nos leyó. El complejo de inferioridad que teníamos como país fue lo que se puso en juego para empeñarnos en pertenecer a ese club exclusivo, al que sólo algunos podían tener acceso. Nos hicimos importantes al sentirnos parte de Europa. Entonces no nos dijeron, probablemente porque los que nos metieron en el euro tampoco lo contemplaron, las severísimas implicaciones que ello podría traernos. Para empezar una pérdida importante de soberanía nacional. En efecto, desde que nos introducimos un poco con calzador en la zona euro hemos venido acatando sin rechistar las órdenes de los países económicamente más potentes y, hemos llegado a un punto en el que esta aceptación es ya insostenible y un completo bochorno para cualquier persona de bien… porque la idea de la unidad entre países tan diferentes económicamente no podía más que devenir en un aprovechamiento de los más fuertes sobre los más débiles… sólo que ahora podía hacerse con la complicidad de los gobiernos. Y no seamos ingenuos. Eso ha venido ocurriendo desde que España adoptó la moneda europea allá por enero del año 2002. No es nada que pueda atribuirse a fechas recientes. Los dos partidos mayoritarios contribuyeron por igual en esta fantasía arrogante.
Hoy es ya hora de decirlo bien alto y bien clarito. Geográficamente formamos parte de Europa pero, a nivel socioeconómico y cultural estamos a años luz de semejante club para bien y también para mal. Tenemos una idiosincrasia que nos es característica y diferencial como país, una historia propia de dolores y sufrimientos, un carácter muy alejado de cualquiera de nuestros vecinos europeos. Cualquier persona que haya visitado un país europeo se habrá sentido ajeno a las costumbres del país. Se habrá sentido extranjero porque esa tierra no es la suya… ni es su lengua ni su historia ni su patrimonio cultural ni sus valores. Si hasta el significado de los gestos son diferentes… Por otra parte y, con igual importancia, también las diferencias son de recursos naturales, industriales… en definitiva, socio económicos. ¿Cómo se puede pretender homogeneizar lo que es diverso? La diversidad cultural es un valor que debiera haberse respetado… pero no, una y otra vez se le violenta intentando encajar el pie en un calzado que te viene o grande o pequeño pero que no es de tu número. La homogeneización y la globalización son lo mismo… el intento de eliminar la diversidad, lo diferente… porque, así de esa manera se puede tener un mayor control y un mayor poder sobre masas ingentes de población. En el siglo XIX fue la colonización como consecuencia de los importantes recursos naturales sin explotar de numerosos países africanos. Hoy día, los recursos son de otro tipo. Se trata de recursos humanos allí donde no existe petróleo ni minerales de valor. Es el caso de España. ¿Qué puede exportar nuestro país que no tengan nuestros vecinos o les falte? Sólo mano de obra en parte barata y en parte cualificada porque realmente tenemos un montón de graduados universitarios de diversas disciplinas, con másteres y postgrado, doctorado y becarios de investigación que, en España, no pueden sino morirse de hambre y desesperación. Pero allí están otros países, mucho más espabilados que nosotros, para recoger todo ese material humano que, con no demasiado coste, les dará fruto una vez han sido formados en nuestro país. Es decir, el Estado español ha invertido en profesionales (muchos de ellos han sacado sus carreras con becas españolas) cuyo beneficio va a revertir en otros países. ¿Tiene esto algún sentido?
El euro no fue si no un intento de sentirnos importantes… asociándonos con los que considerábamos grandes. Claro que habría que haberse planteado en qué consiste ser fuerte, importante, grande… porque, el que un país, persona o pueblo tenga más dinero no necesariamente le hace mejor. Habría que plantearse a qué precio ha conseguido tener más dinero. Por ejemplo, una fábrica de operarios chinos que hace trabajar extenuantes jornadas a sus trabajadores podrá tener unos beneficios impresionantes pero, el coste es tan enorme que, desde mi punto de vista, convierte ese dinero en sucio, en ilícito, en criminal. Una medida más humana y sostenible del beneficio podría ser el grado de las diferencias económicas entre el que más tiene y el que menos tiene. En países explotados los que menos ganan apenas se pueden mantener mientras que los que más ganan acumulan grandes fortunas. Si trasladamos esto a nuestra situación actual lo que vemos es que estamos en Europa para pagar impuestos y elegir a políticos corruptos en un simulacro de alternancia política pero somos un pueblo africano, a la hora de tener sueldos o recibir beneficios sociales… es decir, que cada vez nos acercamos más a lo que se entiende por pueblo explotado. Ahora bien, los explotadores lo son por partida doble: por parte de los dirigentes europeos que sólo buscan su propio beneficio a costa de lo que sea y que son fieles a los idearios de los lobbys financieros y por parte de los dirigentes españoles que se someten voluntariamente a los deseos de aquéllos buscando la aprobación, cuan niños.